Está bien. Si eres músico y no tienes ni un duro, seguramente habrás
llegado tú solo a la conclusión de que los padres del cantante deben ser
banqueros, notarios o algo por el estilo. No andas muy mal encaminado.
Aunque por suerte, también hay esperanza para ti. El dinero no lo es todo en este mundo... pero más te vale ir ahorrando, aunque sea un poco.
Esta nueva era digital está plagada de fenómenos muy peculiares: los
grupos autogestionados, el desplome de la industria tradicional, la
desaparición del soporte físico, la digitalización de la información, el
desarrollo de nuevos canales de comunicación a través de Internet…
Todos ellos parecen haber destruido los filtros tradicionales entre
artistas y público. A grandes rasgos, podríamos decir que los
intermediarios han dejado de ser necesarios gracias a las nuevas
tecnologías. ¡Bienvenidos al paraíso de la red! ¡Sin discográficas! ¡Sin managers! ¡Sin agencias de promoción! ¡Sin marketing! ¡Sin estudios de grabación!
Tenemos buenas y malas noticias: eso no es verdad.
En estas primeras décadas del siglo XXI, las cosas están cambiando drásticamente.
Esto, evidentemente, es una obviedad del tamaño de una catedral. Por
eso, hay una serie de preguntas que cualquier artista, autor o músico
medianamente inteligente debería hacerse si realmente quiere ir en serio
en esto de la música. Si tú eres uno de ellos puedes empezar por
estas:
- ¿Cómo se promociona la música en pleno siglo XXI?
- ¿Cómo funcionan los filtros entre músicos (emisor) y público (receptor)?
- ¿Qué papel juegan las redes sociales en la promoción musical?
- ¿Ya no son necesarios los medios de comunicación?
- ¿Ya no son necesarios los gabinetes de prensa?
- ¿Ya no es necesario el marketing?
- ¿Ya no es necesaria la industria?
Tradicionalmente, el negocio de la música popular ha contado con los
medios de comunicación como firme aliado para dar a conocer al público
su principal producto: las canciones. Sin embargo, son los propios
adelantos tecnológicos (que facilitaron el surgimiento de la industria
discográfica en el siglo XX) los que han situado este en una crisis sin
precedentes. Aunque tampoco nos alarmemos: crisis quiere decir cambio. Y, en efecto, los cambios son bastante evidentes:
1. Los costes de las grabaciones
musicales se han abaratado y, por lo tanto, la oferta de música grabada
ha aumentado considerablemente.
2. Los hábitos de consumo cambian
vertiginosamente. La digitalización de la música ha facilitado el
intercambio de archivos musicales entre los usuarios. Los soportes
físicos están quedado cada vez más anticuados. La libre circulación de discos y canciones escapan al control de la industria.
3. Las ventas de discos han
descendido drásticamente en la última década. De forma inversamente
proporcional, el tráfico no-consentido de música ha crecido de forma
extraordinaria.
4. El tejido industrial musical no pasa por su mejor momento. El sector discográfico ha sido ajusticiado por los cambios de hábitos de consumo, y muchos de los que se dedicaban a este negocio han pasado directamente a la cola del paro.
Como todos, vaya. Mientras tanto, el sector de la música en vivo, el
único que parecía salir fortalecido de todo esto, está siendo sacudido
por la actual crisis económica.
5. En consecuencia, la autoproducción, autoedición y autogestión están a la orden del día. Las distintas áreas del negocio musical (management, producción, promoción, etc.) se concentran cada vez más en empresas todoterreno.
6. Existe una democratización que hace que sea mucho más sencillo acceder a la cultura y a la información. Por otra parte, existe una desprofesionalización creciente
en el sector y una saturación de información que podrá despistar y
agobiar a más de un talento prometedor. Son dos caras de una misma
moneda.
7. La cantera y los circuitos locales de música en vivo corren peligro de extinción
(esto último no se lo agradezcas a la era digital; agradéceselo a
nuestros queridos ayuntamientos y a los famosos vecinos molestos).
No es nuestra intención ponernos alarmistas en este primer artículo.
Simplemente queremos poner algunas realidades encima de la mesa. Pero,
como hemos dicho, estamos, ante todo, en una época de cambios. ¿Y quién
dijo que los cambios son siempre a peor? La era digital nos trae muy
buenas noticias bajo el brazo. Una de las principales ventajas es que la
demanda musical por parte del público es cada vez mayor. Estamos en la era de la hipercomunicación, y la música es ante todo comunicación.
Como decía William Blake, del agua estancada solo se puede esperar
veneno. Por eso la industria musical tiene tantos charcos envenenados y
por eso le está costando tanto limpiarlos. Llevamos demasiado tiempo
discutiendo quién es el culpable, ¿la piratería o la ineptitud de ese
ente abstracto al que llamamos industria? Va siendo hora de empezar a
buscar soluciones. Tú, que eres músico y por tanto formas parte de la
industria musical (aunque no lo sepas) debes darle al coco y hacerte la
siguiente pregunta: ¿cómo canalizar esa gran demanda musical por parte del público en beneficio de la música?
Interesante artículo, perome gustaría enseñaros algo que estoy utilizando hace un tiempo para promocionarme y me ha ido muy bien !!! gracias a los chicos de www.originalmusic.es
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